Andrej investigando averiguó que es diseñador

Como él mismo dice nació curioso, preguntón y con un lápiz pegado a la mano. Pero antes de ser diseñador, el afán por preguntar y conocer le llevó a la sociología. Aunque ese diseñador interior, le hacía ver los problemas como oportunidades para ser rediseñadas.

 

El diseñador seguía empujando con fuerza, tanta que le llevó a Designit donde ahora es “Senior UX and Design Researcher”. De Designit al Gran Curso de Diseño de Productos Digitales solo hay  un salto así de pequeño. Así que aterrizó en La Nave, donde finalmente el Andrej diseñador vió la luz y se unió al investigador que ya era.

 

Se nos había olvidado presentároslo, este es Andrej.

 

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Y este es él de espaldas (por si le veis de lejos en la calle y queréis saludarle ahora que es famoso)

 

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¿Tú qué querías ser de mayor?

Pues de niño leí mucho unos comics alemanes que se llaman Lustiges Taschenbuch y había un personaje, Daniel Düsentrieb, un inventor. Y quería ser eso, inventor, sin tener idea de cómo se ponía eso en una tarjeta de visita.

 

Se me daban bien las ciencias, y me apasionaba entender cómo funcionan las cosas, de alguna manera todo encajaba. Pero por otra parte, estaba esa fuerza interior que dirigía mis lápices y hacía dibujar todo espacio en blanco de mis libros de texto, mi mesa del colegio, libretas y folios, todo era un lienzo en blanco.

 

Y por último, me educaron para no perder el tiempo mirando el dedo sino lo que señala, de ahí que los problemas se tornaban en soluciones y cuando no lo hacían dejaba de preocuparme por ellos. Resolver problemas, sean estos cuales sean.

 

Me movía entre esas orillas, pero nunca conseguí una guía de hacia dónde encauzar esas pasiones y hacerlas converger de algún modo. Pasaron los años y en esa tónica de entender cómo funcionan las cosas y queriendo resolver problemas, estudié Sociología, me planteé Psicología, pero resolver un problema a la vez me sedujo menos que resolverlos todos juntos, así que me matriculé para ser un futuro sociólogo y cambiar el mundo. ¡Bendita ignorancia!

 

¿En qué momento supiste que podías diseñar?

Ya de niño era «el que dibujaba» y al que los compañeros le pedían que les dibujase algo. Con mi amigo, César Cabrera, hacíamos dibujos colaborativos, llenábamos folios y folios de tostadas con piernas y brazos que danzaban por las mesas de desayuno, y demás desmadres que nuestras cabezas eran capaces de imaginar.

 

Luego era el que hacía «graffitis» y algunos compañeros me pedían que les hiciera sus nombres. De ahí cuando tuve mi primer computador empecé a diseñar carátulas de CDs para mis amigos que eran DJs, o pósters y carteles para las fiestas que organizaban y demás. Si hoy veo esas cosas me daría mucha vergüenza, por eso casi que agradezco que toda mi producción pasada era efímera, lo regalaba o lo dibujaba en lugares que se borraban, pasaban a otras manos, etc.

 

Esto por la parte visual, por la parte de diseño a nivel más amplio, siempre disfruté viendo cosas e imaginando cómo podrían funcionar mejor. Nunca supe si realmente lo hacía bien, pero lo que tenía claro es que lo disfrutaba, es «lo que me movía».

 

¿Cómo es eso de diseñar sin ser diseñador?

Lo bonito del diseño para mi es justamente eso. Sin que esto suene a intrusismo de cara a las personas que tienen una formación reglada en alguna de las variantes del diseño, por las cuales siento una admiración absoluta, me encanta que sea un lugar en el que convergemos tantos perfiles tan variopintos.

 

Esto hace que el diseño sea un mundo apasionante, donde terminas manteniendo conversaciones de lo más dispar y sobre cosas que nunca antes habías pensado que podrías mantener una discusión, más allá de contigo mismo. Esa es una de las cosas que más disfruto, el lado casi filosófico en el que deriva el diseño, donde la aproximación a las decisiones de diseño tienen una gran componente reflexiva, donde las decisiones no se toman porque sí, sino que detrás de ellas hay largas discusiones y horas de debate.

 

Debatir, esa habría sido otra de esas cosas que me podrían haber gustado, de haber sido un niño estadounidense me habría gustado estar en un club de debate. Mi vida es mucho más rica gracias a esos debates que he tenido por dedicarme al diseño.

 

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¿Qué dificultades te has encontrado por el camino?

Dificultades, que también son oportunidades de alguna manera, o al menos gran parte de ellas las he vivido de ese modo. Pero hablemos de dificultades. Pues partiendo de la base de que de algún modo yo nací para diseñar y en el camino nadie me supo guiar hacia eso y yo tampoco supe verlo desde un primer momento, hasta tener trabajos en los cuales era de todo menos feliz haciendo lo que hacía, aunque no necesariamente era del todo consciente de que eso era así.

 

Cuando se tornó una obviedad, descubrí Designit, un lugar que me permitió acercarme a eso que lleva tiempo deseando sin saber lo que era. Y luego La Nave Nodriza, que me permitió terminar de darle forma a mis aspiraciones, además de conocer a mucha gente que ha enriquecido mi trayectoria con aprendizajes, discusiones y muchas horas de trabajo.

 

Un consejo para las que no diseñan (pero porque no saben todavía que pueden)

Nunca dejes que la realidad te sobrepase, no silencies esos sentimientos que te dejan entrever por algún resquicio de tu persona que algo no encaja del todo. Eso que nos genera incomodidad porque nos cuestiona el presente, nos hace dudar, y pone en tela de juicio lo que vivimos como un progreso y que quizá no lo es realmente. Todo esa sensación de desconcierto es lo que en el fondo nos mueve por las corrientes del río que nos puede arrastrar a una orilla u otra.

 

Y ya que estamos hablando de eso, y sabiendo que es más fácil decirlo que hacerlo, no tengas miedo a la incertidumbre. En el diseño está ahí, siempre, y en el fondo nos volvemos adictos a esa incertidumbre, aunque nos pone de manera recurrente en el borde del precipicio y nos obliga a dar grandes saltos de fe al vacío.